Parar también significa avanzar...
Un joven y experimentado hachero llegó a un pueblo para participar en una competencia de su especialidad con el anciano más destacado en ese oficio.
Iniciado el desafío, se percibía que la energía y velocidad del primero era avasallante, mientras el viejo se retiraba cada 10 minutos para sentarse y evaluar el estado de su herramienta.
Al finalizar la prueba, los resultados fueron sorprendentes. Mientras el joven cansado había producido menos, el hombre mayor por etapas produjo mucho más.
Ofuscado el vencido, busca respuestas del secreto para alcanzar la meta y ganar.
La respuesta no tiene misterios. Mientras el anciano se sentaba afilada su hacha.
No es la fuerza ni la velocidad lo que nos permite alcanzar la meta, sino el saber parar en el momento justo y que cada golpe logre el mayor nivel de eficiencia posible.
En la vida: ¿Cuántas veces deberíamos parar para optimizar recursos y recomponer nuestras estrategias?
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