Antiguamente era habitual en el Japón usar faroles de papel. Un papel que protegía una vela encendida, sujeta por varas de bambú.
Un ciego fue a visitar a un amigo y, como se hizo tarde, éste le ofreció un farol para que regresara a su casa, lo cual hizo reír al ciego. "Para mí es lo mismo el día que la noche", le dijo. "¿Qué voy a hacer yo con un farol?"
Su amigo le replicó: "Es verdad que no necesitas ver el camino hacia tu casa. Pero el farol puede servirte para disuadir a alguien que quisiera atracarte en la oscuridad"
De modo que el ciego tomó el farol y salió. Al poco rato, alguien tropezó con él, haciéndole perder el equilibrio.
"¡Oiga!, ¿por qué no va con más cuidado, amigo?, gritó el ciego. "¿Es que no ha visto el farol?"
"Hermano, -dijo el otro- su farol está apagado"
- Debemos ser cautos al adoptar ideas de terceros y hacerlas propias, sin haberlas pasado previamente por una evaluación desde el análisis introspectivo.
- Es más seguro andar con la propia oscuridad que con la luz de otro, mientras no encontremos nuestra visión, misión y propósito.
- Vivimos en un mundo de percepciones que representa nuestra realidad, y está formado por creencias limitantes, miedos e incertidumbres que debemos enfrentar, para que el miedo al miedo no se transforme en terror o ignorancia.
¿Qué parte de nuestra sombra no es producída desde la luz que creamos?
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